Reflexión: I JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES



El papa Francisco decretó este 19 de noviembre, que es Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario celebrar la I JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES, reflexionemos sobre su mensaje y enfoque cristiano.

En marzo del 2013 el papa Francisco delante de unos 6 mil periodistas expresó su sentir sobre el sentido de una Iglesia pobre, y lo acompañó con una anécdota:

“Hay quien se pregunta por qué he elegido el nombre de Francisco. Yo os voy a contar la historia. En las elecciones, tenía a mi lado al arzobispo emérito de Sao Paulo, el cardenal Claudio Hummes, un gran amigo. Cuando la cosa se iba poniendo peligrosa [iba ganando], él me confortaba, ja ja... Y cuando los votos llegaron a los dos tercios, vino el aplauso porque había sido elegido Papa. Y él me abrazó, me besó y me dijo: no te olvides de los pobres. Y aquella palabra entró aquí [señalándose la cabeza]. Los pobres, los pobres. Mientras continuaba el recuento, pensé en San Francisco de Asís, en su relación con los pobres. Y después pensé en las guerras. Francisco, el hombre de la paz. Y así llegó el nombre a mi corazón. El hombre de paz. El hombre pobre. ¡Cómo desearía una Iglesia pobre y para los pobres…!”.

Esta frase “¡Cómo desearía una Iglesia pobre y para los pobres…!”, es uno de los ejes existenciales, doctrinales y de fe, que el papa Francisco tiene en su servicio como Vicario de Pedro, símbolo de unidad de la Iglesia católica.

Esto lo encontramos muy claro en las dos encíclicas de su papado, “Evangelii Gaudium”” y “Laudato Si”, ambas exhortaciones tienen una clara ruta y enfoque práctico, donde el papa, con el sentido crítico y teológico, vuelve eje central la pobreza evangélica y la denuncia profética del empobrecimiento en la humanidad. 

Este sentir de que la Iglesia como Cuerpo de Cristo, y Pueblo de Dios, vuelva a ser una comunidad pobre que comparte y se solidariza desde la pobreza y con los empobrecidos de la historia, con los pequeños del Reino, es el sueño del papa Francisco.

Que este 19 de noviembre se decrete la I JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES, es parte del sentido que el Obispo de Roma, le está dando a la fe, veamos algunos de sus palabras cuestionadoras y proféticas, en esta sociedad opulenta, excluyente y violenta con el más débil y desposeídos: 

“No pensemos sólo en los pobres como los destinatarios de una buena obra de voluntariado para hacer una vez a la semana, y menos aún de gestos improvisados de buena voluntad para tranquilizar la conciencia. Estas experiencias, aunque son válidas y útiles para sensibilizarnos acerca de las necesidades de muchos hermanos y de las injusticias que a menudo las provocan, deberían introducirnos a un verdadero encuentro con los pobres y dar lugar a un compartir que se convierta en un estilo de vida. En efecto, la oración, el camino del discipulado y la conversión encuentran en la caridad, que se transforma en compartir, la prueba de su autenticidad evangélica. Y esta forma de vida produce alegría y serenidad espiritual, porque se toca con la mano la carne de Cristo.

Si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres, como confirmación de la comunión sacramental recibida en la Eucaristía. El Cuerpo de Cristo, partido en la sagrada liturgia, se deja encontrar por la caridad compartida en los rostros y en las personas de los hermanos y hermanas más débiles” #3.

“No olvidemos que para los discípulos de Cristo, la pobreza es ante todo vocación para seguir a Jesús pobre. Es un caminar detrás de él y con él, un camino que lleva a la felicidad del reino de los cielos (cf. Mt 5,3; Lc 6,20). La pobreza significa un corazón humilde que sabe aceptar la propia condición de criatura limitada y pecadora para superar la tentación de omnipotencia, que nos engaña haciendo que nos creamos inmortales. La pobreza es una actitud del corazón que nos impide considerar el dinero, la carrera, el lujo como objetivo de vida y condición para la felicidad. Es la pobreza, más bien, la que crea las condiciones para que nos hagamos cargo libremente de nuestras responsabilidades personales y sociales, a pesar de nuestras limitaciones, confiando en la cercanía de Dios y sostenidos por su gracia. La pobreza, así entendida, es la medida que permite valorar el uso adecuado de los bienes materiales, y también vivir los vínculos y los afectos de modo generoso y desprendido (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 25-45).

Sigamos, pues, el ejemplo de san Francisco, testigo de la auténtica pobreza. Él, precisamente porque mantuvo los ojos fijos en Cristo, fue capaz de reconocerlo y servirlo en los pobres. Si deseamos ofrecer nuestra aportación efectiva al cambio de la historia, generando un desarrollo real, es necesario que escuchemos el grito de los pobres y nos comprometamos a sacarlos de su situación de marginación” #4.

“Conocemos la gran dificultad que surge en el mundo contemporáneo para identificar de forma clara la pobreza. Sin embargo, nos desafía todos los días con sus muchas caras marcadas por el dolor, la marginación, la opresión, la violencia, la tortura y el encarcelamiento, la guerra, la privación de la libertad y de la dignidad, por la ignorancia y el analfabetismo, por la emergencia sanitaria y la falta de trabajo, el tráfico de personas y la esclavitud, el exilio y la miseria, y por la migración forzada. La pobreza tiene el rostro de mujeres, hombres y niños explotados por viles intereses, pisoteados por la lógica perversa del poder y el dinero. Qué lista inacabable y cruel nos resulta cuando consideramos la pobreza como fruto de la injusticia social, la miseria moral, la codicia de unos pocos y la indiferencia generalizada.

Hoy en día, desafortunadamente, mientras emerge cada vez más la riqueza descarada que se acumula en las manos de unos pocos privilegiados, con frecuencia acompañada de la ilegalidad y la explotación ofensiva de la dignidad humana, escandaliza la propagación de la pobreza en grandes sectores de la sociedad entera” #5.

El papa Francisco tiene clara la dimensión de la pobreza evangélica que lo testimonian los santos como Francisco Asís, y al mismo tiempo hace una denuncia de la injusticia social y la opulencia de la clase rica del planeta que empobrece a las grandes mayorías.

Esta celebración de la Jornada mundial por los pobres, es un llamado a nuestra conversión socio-política, basada en la justicia y solidaridad, y a la conversión ecológica, que nos lleva a vivir hermanadamente con la creación y defendiendo la vida de la CASA COMÚN.



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