Ser
luz en tiempos sombríos y de muerte en Honduras.
En
este proceso de las elecciones primarias 2012, la Conferencia Episcopal de
Honduras, actuando desde su misión de iluminar de manera sencilla la sociedad, presenta
una reflexión orientativa sobre este camino “supuesto” democrático en el país.
Este
escrito plasma de manera de denuncia el contexto de la realidad deteriorada que
vivimos en el país:
·
un
ambiente de amenaza a la vida en todos los niveles como nunca se había tenido
en estos últimos treinta años: “La vida es amenazada diariamente por la
violencia delincuencial, el crimen organizado, la violencia intrafamiliar, en
especial contra las mujeres y también contra los ancianos y los niños” (#7).
·
el
deterioro y amenaza por “el modelo económico y social caracterizado por la
concentración de riquezas y recursos en manos de pocas personas, en
contraposición con la escasez de oportunidades dignas para las grandes mayorías
empobrecidas y por las escasas inversiones que podrían mejorar la productividad
del agro beneficiando a los campesinos pobres, así como a la micro y mediana
empresa” (#5).
·
También
es preocupante el deterioro del sistema de salud y educación pública, los
pobres cada vez tienen menos calidad en los servicios. Esto violenta
directamente los derechos humanos de las
mayorías.
·
“Nuestra
sociedad vive amenazada por un sistema de justicia dentro del cual hay
funcionarios que han facilitado la impunidad, protegiendo a quienes delinquen
desde su condición de poder político o económico. Cuerpos de Seguridad del
Estado en los que hay miembros contaminados por el crimen organizado, el
narcotráfico y la corrupción” (#8).
·
“La
sociedad está cotidianamente amenazada por conflictos muy complejos: luchas
campesinas incluso violentas por acceso a la tierra, reivindicaciones, abusos
gremiales, protestas por despidos laborales agravados por el constante aumento
del costo de la vida y por la amenaza de nuevas cargas impositivas” (#9).
·
“La
vida está amenazada por la vulnerabilidad ambiental producida por la
explotación irracional de los bosques; por la lucha por el control del agua y
el abuso de la misma por falta de educación. Amenazada por las industrias
extractivas contaminantes” (#10).
Estos aspectos
resaltados en esta Carta de nuestros Pastores, muestran parte de lo deteriorado
de la sociedad hondureña. Incluso se resalta una clara desconfianza en todos
los que están en la palestra política del país:
“Hay desconfianza hacia
quienes aspiran a ejercer el poder político porque con su propaganda no ofrecen
horizontes para vencer tantas amenazas. Porque en la medida en que no son
capaces de convertir sus “promesas” en “propuestas” concretas, aumentan las
razones de esta desconfianza personal y comunitaria” (#11).
Retomemos, como lo hace
esta carta pastoral, las palabras proféticas de la Conferencia Episcopal de
Medellín (1968):
“El ejercicio de la autoridad política y sus
decisiones tienen como única finalidad el bien común. En Latinoamérica tal
ejercicio y decisiones con frecuencia aparecen apoyando sistemas que atentan
contra el bien común o favorecen a grupos privilegiados. La autoridad política
tiene la misión de propiciar y fortalecer la creación de mecanismos de
participación y de legítima representación de la población, o si fueran necesario,
la creación de nuevas formas.” (DM, I, 16).
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