¡Queremos obispos de lado de los pobres!


Hay una frase que gritan en El Salvador, ¡Queremos obispos de lado de los pobres!

Estos días de noviembre, se reunieron para su asamblea anual en ciudad de Guatemala, los obispos de Centroamérica (SEDAC), donde analizaron y reflexionaron sobre la realidad y acción pastoral que desarrollan en los países y diócesis. Los obispos siguen siendo personajes de mucha importancia en el ámbito eclesial y en la sociedad; especialmente por su rol de dar una palabra o un gesto que es tomado en cuenta por el pueblo de Dios, por la sociedad en general, y por los gobiernos de turno. Pero en realidad ¿cuál es la misión que realizan los obispos, en estos pueblos empobrecidos, saqueados por las empresas extractivas, violentados en sus derechos humanos y donde son asesinados una gran cantidad de inocentes?

A continuación, reflexiones sobre algunas frases planteadas en el mensaje final del encuentro de la SEDAC, 

“Hemos dialogado con preocupación pensando en tantos hermanos y hermanas nuestras que se ven obligados a dejar nuestros países buscando un futuro más seguro y más digno” (#7). Los obispos resaltan la situación dramática en que viven miles de humanos, en especial del triángulo norte, en relación a tener que dejar la nación, es decir, en ser expulsados por el mismo país, por no darse las condiciones de una vida digna: debido al empobrecimiento de los hogares, esto causado por las estructuras económicas donde la riqueza está en manos de pocos, por la corrupción y robos a las arcas del Estado (como el robo al seguro social); y por la violencia institucional y el crimen organizado.

Con cierta esperanza señalaron,

“Hemos compartido con esperanza el avance en algunos de nuestros países en materia de justicia, superando la impunidad en relación con delitos de corrupción en la administración pública. Esto permite crear bases sólidas para una convivencia más humana y pacífica. Nos complace también constatar la presencia solidaria de nuestra Iglesia Católica de Centroamérica denunciando en varios países la explotación injusta e irresponsable de los recursos de la creación” (#8).

Esto señalado por los obispos, no aplica a Honduras; ni estamos avanzando en materia de ejercer la justicia en actos de corrupción, por tanto crece la impunidad. Necesitamos un Colegio de Obispos que denuncie concretamente las situaciones que están destruyendo con la vida digna de las grandes mayorías en el país; que denuncie al mismo gobierno en su actuar como servidor del pueblo, a los poderes facticos como el ejército-policía, la empresa privada y los políticos. 

También, es importante la denuncia de las empresas extractivas que reciben concesiones sin una consulta previa y de buena fe a las comunidades, además, logradas con procesos corruptos, como el caso de la Empresa de Desarrollo Energético (DESA), la cual está en conflicto con el pueblo Lenca, y por la que asesinaron a Berta Cáceres. Es muy preocupante en Honduras, los asesinatos de más de 100 defensores de derechos humanos y ambientales. Hombres, mujeres y comunidades están en peligros por cuidar y defender los bienes naturales y el territorio, en especial los pueblos indígenas.

Lo siguiente que dicen los obispos, sí aplica a nuestra realidad hondureña,

“Es preocupante también el lamentable retroceso en algunos países en lo que se refiere a los derechos humanos, gobernabilidad y democracia pluralista. Delante de realidades tan complejas y difíciles, invitamos a todos a no perder la esperanza y a testimoniar con la vida la fuerza de la resurrección de Jesús... Sigamos comprometiéndonos por construir sociedades más justas y pacíficas…” (#8). 

Sobre la próxima visita del papa a la región los obispos expresan, “Es también la gran ocasión para que los jóvenes centroamericanos puedan ofrecer ante el mundo su testimonio de creyentes que forman parte de una Iglesia mayoritariamente joven, alegre y misionera, enriquecida por la sabiduría de los pobres y la sangre de sus mártires” (#9).

Bien lo dicen los obispos, para celebrar cualquier acontecimiento de fe en nuestros pueblos, se tiene que partir de la memoria martirial y de las grandes mayorías pobres, a partir de su sabiduría, luchas y esperanzas.

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