Navidad: Celebramos un Dios pequeño, cercano y solidario.


Fotografía por: conexihon.hn

Estos días de “navidad”, llamados así por el pueblo, y en especial por el grupo de empresarios del comercio que nos hace consumir, consumir y consumir. Es una fiesta que cualquier persona entiende: como una celebración relacionada con Dios, con Jesús. 

Navidad es un tiempo de fiesta y comidas, de encuentros alegres y compartir familiar, de celebraciones religiosas y hasta de carrozas tipo carnaval, como lo fue aquí en Honduras. Navidad es también un momento para sentir solidaridad por los más necesitados; estos días hay muchos actos y gestos de compartir y de ser generoso con el prójimo.
Para nuestra Iglesia católica, celebramos antes de la navidad un tiempo cultual llamado adviento, es decir, tiempo de espera y esperanza. Este espacio celebrativo que es provocado por la Iglesia, quiere poner en expectativa la venida del Hijo de Dios, del Mesías, de En-manuel, el Dios con nosotros. Desde esta perspectiva teológica y de fe, tenemos que lo central de la navidad es el misterio de LA ENCARNACIÓN.

La navidad es para la mayoría de los cristianos, la ENCARNACION DE DIOS; la venida del Hijo Amado, la llegada del Mesías según los profetas. Este misterio de amor, tiene la misma intención que tuvo Dios-PADRE, de dar vida y felicidad a la humanidad, como lo fue en el origen, cuando Dios creó este planeta con todos los vivientes, incluyendo al humano, para que tuvieran vida, para recrear la vida, siendo los humanos los principales cuidadores y responsables de la vida del planeta (Gn 2,15).

El Dios con Nosotros, el Dios hecho Humano, el Dios que corre la misma suerte de los humanos, solo que liberado del pecado, esto significa, estar integrado y pleno en su totalidad humana que solo puede salir la plenitud de la felicidad y bien, tanto en sus relaciones, encuentros, pensamientos, acciones, deseos, opciones y decisiones. 

Ese hombre Jesús, nació de una manera humana, con mediación de mujeres con nombres, de hombres con nombre. Vivió en un lugar concreto, sufrió como niño la persecución del poder político, que lo convertirá en migrante. Su tiempo de aprendizajes como hombre y creyente, se lo fue dando su familia, aun cuando su época está marcada por el patriarcado moral, político y religioso, fue desarrollando un sano y liberador sentido de ser hombre total, tanto en relación con la mujer, como en relación a los otros hombres que vivían en su entorno.

Todo este aprendizaje y desarrollo vital en Jesús, fue llegando por Gracia de Dios y por su camino según las etapas en su vida, hasta llegar a comprender el proyecto del PADRE en El, es decir, la misión a la cual tenía sentido su existencia: dar la vida para generar vida.

Celebramos la navidad, es decir el nacimiento de Jesús, el nazareno, el hijo del carpintero, el hijo de María. Esta es la historia que recogemos en los evangelios, y en otros documentos de la época.

Celebramos un Dios hecho humano solo por amor, para amar y liberar amando. Es una gran alegría experimentar un Dios cercano, involucrado y comprometido en las causas liberadoras del pueblo, en especial de los pobres y oprimidos (Lc 4,16-21; y 7). Un Dios que mostró el camino de las bienaventuranzas como mensaje central, que propuso el perdón como plenitud humana, que denunció y entro en conflicto con el sistema destructor político, económico y religioso; que recibió y libero de la pena moral-religiosa a todos los oprimidos por distintos males; que amo, dejándose amar por sus cercanos. 

Celebramos un Dios pequeño, cercano y solidario; como dijo recientemente el papa Francisco, resaltando la pequeñez y pobreza del Dios hecho “carne”:

“Antes que nada notamos el lugar en el cual nace Jesús: Belén. Un pequeño pueblo de Judea donde mil años antes había nacido David, el pastor elegido por Dios como rey de Israel. Belén no es una capital, y por esto es preferida por la providencia divina, que ama actuar a través de los pequeños y los humildes. En aquel lugar nace el "hijo de David" tan esperado, Jesús, en el cual la esperanza de Dios y la esperanza del hombre se encuentran.

Luego, miramos a María, Madre de la esperanza. Con su "si" ha abierto a Dios la puerta de nuestro mundo: su corazón de joven estaba lleno de esperanza, completamente animada por la fe; y así Dios la ha elegido y ella ha creído en su palabra…

Y también en el pesebre están los pastores, que representan a los humildes y a los pobres que esperaban al Mesías, el «consuelo de Israel» (Lc 2,25) y la «redención de Jerusalén» (Lc 2,38). En aquel Niño ven la realización de las promesas y esperan que la salvación de Dios llegue finalmente para cada uno de ellos…Quien confía en sus propias seguridades, sobre todo materiales, no espera la salvación de Dios…Los pequeños, los pastores, en cambio confían en Dios, esperan en Él y se alegran cuando reconocen en este Niño el signo indicado por los ángeles (Cfr. Lc 2,12).

Queridos hermanos y hermanas, en estos días, contemplando el pesebre, nos preparamos para el Nacimiento del Señor…Cada "si" a Jesús que viene es un germen de esperanza. Tengamos confianza en este germen de esperanza, en este sí: "Si Jesús, tú puedes salvarme, tú puedes salvarme". ¡Feliz Navidad de esperanza para todos!”

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