LA VIDA


“hace 3,8 mil millones de años sucedió algo portentoso. Posiblemente del mar o de un pantano primitivo donde burbujeaban todos los elementos como una especie de sopa, de repente, bajo la acción de un gran rayo relampagueante venido del cielo, irrumpió la vida.

Misteriosamente ella está ahí desde hace 3,8 mil millones de años: en el minúsculo planeta Tierra, en un sistema solar de quinta magnitud, en un rincón de nuestra galaxia, a 29 mil años luz del centro de ella, sucedió el hecho más singular de la evolución: la irrupción de la vida. Ella es la madre originaria de todos los vivientes, la Eva verdadera. De ella descienden todos los demás seres vivos, también nosotros los humanos, un subcapítulo del capítulo de la vida: nuestra vida consciente.

Finalmente, me atrevo a decir con el biólogo, también premio Nobel, Christian de Duve y con el cosmólogo Brian Swimme, que el Universo sería incompleto sin la vida. Siempre que se alcanza un cierto nivel de complejidad, la vida surge como un imperativo cósmico, en cualquier parte del Universo” (L Boff, octubre 2016).

Cuando nos acercamos a los relatos bíblicos del inicio de la creación, reconocemos la voluntad amorosa del Dios Creador de dar vida, de organizar la vida y constituir el planeta como un ser viviente, como una madre que da vida (Gn 1-3).

Nuestra opción de fe siempre será la vida, el cuidado y defensa de la vida en todas sus expresiones. La vida es la primera palabra de Dios para todos y todas, es la palabra que refleja la principal voluntad de Dios, dar vida, crear las condiciones de la vida, hacer posible que la vida siga dando más vida.

Porque en pueblos creyentes en Jesucristo, es decir, donde la mayoría de habitantes profesa creer en Jesús, como es el caso de Honduras, se dan una gran cantidad de asesinatos o acciones empresariales que ponen en riesgo la vida de los poblados y de las demás criaturas, junto con su hábitat.

El papa Francisco en su encíclica lo dice de muchas maneras, como un eje transversal, por eso afirma que: “La destrucción del ambiente humano es algo muy serio, porque Dios no sólo le encomendó el mundo al ser humano, sino que su propia vida es un don que debe ser protegido de diversas formas de degradación. Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en « los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad » (#5).

El cuestionamiento del papa Francisco alrededor del cuido de la vida de todas las especies, está relacionada a un modelo de producción y consumo, a un modelo económico y político que toma decisiones sin tener en cuenta el misterio sagrado de la vida; que solo le ha interesado la ganancia económica, el acumular riqueza, dejando que otros pasen hambre y se mueran cerca de la “puerta de su casa” (Lc 16,19-31).

“Como bien lo decía el papa Francisco, esta vez citando la vida del “pobre de Asís”, “La pobreza y la austeridad de san Francisco no eran un ascetismo meramente exterior, sino algo más radical: una renuncia a convertir la realidad en mero objeto de uso y de dominio” (LS #11). 

Por eso la propuesta de Francisco de Asís, es cercana a la de los pueblos indígenas y campesinos; porque es una lucha que busca cuidar y defender el territorio y la vida en su entorno, por la cosmovisión de la vida misma: donde cada criatura es complemento y generador de vida, y no un mero objeto que se puede convertirse en mercancía: EL AGUA NO SE VENDE, SE CUIDA Y SE DEFIENDE…NO AL EXTRACTIVISMO.



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