Actualmente faltan
30 días para las Elecciones Generales de Honduras, por lo cual, reflexionando
sobre la particular metodología de las Campañas políticas, siendo parte de la
Cultura que se realicen campañas competitivas con mucha violencia directa, como
parte de la legalidad, se realiza formalmente
a través de los medios de comunicación, en mesas redondas, spots
publicitarios, y declaraciones de los candidatos políticos. Por lo que la
militancia de estos partidos, por ser contrarias, vociferan incluso con más violencia las agresiones que mutuamente se
hacen.
Todos conocemos
los discurso de los candidatos, en general, y cada cuatro años por valores
simbólicos, como el deber ciudadano, nos comprometemos a votar por los futuros
líderes políticos. Sin embargo, lo hacemos para soñar con menos pobreza, menos
corrupción, menos violencia, menos migrantes, más salud, más educación, más
trabajo, etc., en sí, una mejor calidad de vida.
Estos políticos,
nos han enseñado que el debate político, es una competencia deshonesta, que
para ganar votos, se deben mofarse del opositor para ganar popularidad, se ha
olvidado, que la centralidad es un país con índices mortíferos de Violencia, y
que sus representaciones patrióticas, son una vergüenza, para los
campesinos/as, delegados de la palabras, mujeres y hombres trabajadores y de
buena voluntad en este país.
Nos han enseñado
la metodología para hacer añicos la imagen de un contrincante, de forma planificada
y sistemática. Es un hecho que los actuales procesos de socialización política en
sus distintas formas y agentes están fuertemente condicionados por la lógica de
violencia que genera prejuicios, estereotipos e intolerancias. Por ello la
cultura de violencia se hace moralidad, valor, criterio, forma de valoración y
de legitimación.
Por eso, ¿cómo
podemos creer que estos futuros Presidentes, diputados/as, lograran instalar el
orden, la paz, en este país? Si ni ellos mismos son ejemplo de estos principios.
Entonces, como estamos aprendiendo los Hondureños a ejercer el poder?
Aplastando a los que compiten con nosotros, aniquilando la dignidad de nuestros
enemigos? A esto le llamamos, educar para la guerra, con el ejemplo que dan
estos compatriotas.
A estos mismos
candidatos, desde sus primeros saltos de inicio a su fama, con su actuar que
dejan mucho que desear, solicitemos menos violencia, menos debates y más
diálogos, exijamos un compromiso real por una sociedad con una cultura de paz,
siendo ellos los maestros de campañas limpias y honestas.
Vale la pena que
se esfuercen más allá de las superficialidades, sino que analicen y establezcan
campañas más solidarias que se orienten a ser actores de paz desde nuestras
realidades y conflictos y que en la cotidianidad nos permitan e inviten cada
vez ir creciendo en mayores posibilidades de paz.
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