La Familia en Honduras


En gran parte se rige por un sistema patriarcal y machista, una estructura heredada, transmitida de generación en generación, y hasta muy reciente cuestionada tanto cultural como socialmente. Este cuestionamiento ha llegado tarde en la Iglesia católica, como en las otras iglesias o comunidades cristianas. ¿se puede justificar el machismo y patriarcado, como sistema instituido o que tiene que ver con la fe en Jesucristo?, o es todo lo contrario: que Jesús combatió las divisiones generadas por la cultura, sociedad y religión; al igual las acciones que marginaban, excluían y reprimían a la mujer y el hombre. ¿Puede estar justificado algún tipo de violencia en las familias cristianas, algún tipo de represión y humillación?

Por eso, uno de los flagelos para las familias es la violencia interna y externa, lo más triste son los asesinatos que reflejan nuestro sentido y valoración que tenemos de la vida. Algunos datos, son 471 muertes violentas el 2015; el 90% de los casos de femicidios están engavetados. Al menos 187 mujeres han muerto de forma violenta en Honduras en el primer semestre de 2017, informó hoy la directora del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma del país (UNAH), Migdonia Ayestas. Este contexto de violencia tipo barbarie en el país, recrea una cultura de muerte, un modo que poco a poco nos va acomodando que es “normal” los asesinatos tanto de jóvenes como de mujeres. En cifras escalofriantes, son 32.8 de niños por cada 100 mil habitantes, ese es nuestro número doloroso. Hasta el mes de junio han asesinado 23 estudiantes de escuelas públicas. Todo esto erosiona la calidad de vida de nuestras familias.

Esta violencia está tocando la familia en la parte de la niñez y la juventud, haciendo que estos sean expulsados del hogar, que tengan que salir huyendo como migrantes refugiados de cualquier país, donde su vida no esté amenazada y en peligro. “Unos 1.202 menores hondureños que fueron detenidos cuando intentaban viajar ilegalmente a Estados Unidos han sido deportados al país en los primeros cuatro meses de este año, informó hoy la organización humanitaria Casa Alianza en Tegucigalpa. Solo en abril pasado 114 menores hondureños fueron expulsados desde México…”

Otro deterioro en las familias, es el empobrecimiento de los hogares que en indicadores conservadores llega al 65% de la población; junto con el deterior por el empobrecimiento familiar, está la desigualdad social donde en una estadísticas presentadas por la BBC, Honduras ocupa el 6º lugar entre los 14 países más desiguales: “Una de las sorpresas es que países de ingreso mediano bajo, normalmente identificados como pobres (Honduras, Guatemala), tienen prácticamente el mismo nivel de desigualdad que otros de ingresos medio-altos o altos (Chile)”(MUNDO, BBC). Esta desigualdad además de erosionar la calidad de los hogares, propician una actitud de necesitados permanentes, y de excluidos, dependientes del engranaje empresarial de corte capitalista, y de las ayudas “solidarias” de los gobiernos. Además, propicia unas relaciones desiguales, dependientes y opresoras en la parte laboral, donde el obrero y la obrera se acomoda a tener un “patrón o jefe” que lo considera o se porta este como dueño de su ser y accionar, aun pisoteando sus derechos básicos. Y esta situación de un mayor opresor y un menor afectado, es un ciclo que se cultiva muchas veces en casa. 

Otras familias afectadas, son las de los pueblos indígenas y campesinos, que están en constante conflicto con empresas extractivas que buscan destruir su patrimonio y bienes naturales. El patrimonio familiar de estos pueblos, no ha sido tomado en cuenta por las leyes, su sentir y relación con la tierra, y el territorio donde han crecido y cultivado sus alimentos, no es respetado por el gobierno nacionalista de turno, por favorecer las concesiones de las empresas extractivas, sin la debida consulta y consentimiento de la comunidad y sus familias, como lo estipula el convenio internacional 169 de la OIT. Uno de los conflictos que lleva sus años es el de la comunidad de Azacualpa, Santa Rosa de Copan, con la mina de San Andres, con capital canadiense; en estos días están afectando a las familias con querer quietarles su cementerio de existe desde hace unos 200 años, así lo expresan: “La empresa minera quiere quitar nuestra cementerio y la comunidad no quiere eso”, explicó Genaro Rodriguez Montoya de la Comisión de Medio Ambiente Azacualpa.

También los medios de comunicación corporativos y poderosos, tienen su gran cuota de influencia negativa en la familia, donde los dueños de estos, son las élites económicas y políticas, que presentan la realidad desde sus intereses egoístas y económicos, recreando en la población lo que se tiene que creer y pensar; y últimamente con la ley que amordaza a los periodista, donde se le puede considerar que el periodista haga apología del terrorismo, esto no solo atenta con la libertad de expresión, sino que hace que los medios críticos no entren en el espacio de la gran mayoría de los hogares. ¿Qué enseñanza llevamos a los hogares?

Otro aspecto que marca las familias, es la tendencia histórica de crear caudillos políticos y religiosos. Los caudillos tienen amarrado el modo como entendemos las relaciones de poder, en lo político, social y hogar. Esta tendencia de promover caudillismo, hace un pueblo débil en su actuar democrático y dependiente en el compromiso político por el bien común; de igual manera en la familia, se influye con una jerarquía casi absoluta, y no tanto por liderazgos, cualidades y personalidad.

A pesar de los avances científicos en educación escolar, mantenemos en la práctica una educación bancaria y acrítica ante la realidad, además deficiente en el sector público, a considerar lo privado como casi sagrado y al mismo tiempo la mejor alternativa, en desprecio de lo público y colectivo, sin reconocer como primordial el bien común de una sociedad; a esto sumemos el poco acceso a la educación universitaria. Esto deteriora la calidad de vida de las familias, el acceso y permanencia, como la calidad de educación escolar que abona al desarrollo de una nación con ciudadanos pensantes y críticos. El conflicto reciente de la UNAH, está afectando directamente a las familias, más a los que sus hijos e hijas están directamente involucrados en las luchas, y son defensores por una educación pública de calidad para todos y todas. El criminalizar y judicializar, hasta reprimir y violentar a los estudiantes en protesta y lucha por una educación de calidad, es un golpe fuerte que debilita las familias hondureñas.

La Iglesia católica tiene una gran influencia con ciertas limitantes, por ser una institución que ha resaltado más el poder jerárquico y la mentalidad clerical, la marginación y utilización de la mujer; muchas veces ejerciendo esta jerarquía, un dominio desde una postura moralizante, doctrinal y dogmático; con cierto acercamiento pastoral dependiente de la centralidad del sacerdote o el párroco. Las familias católicas, son tan iguales a todas las familias, lo central es que siguen a Jesucristo, lo buscan como familia, pero muchas veces el modelo de familia católica que se promueve es contradictorio e irreal. Necesitamos reflexionar más sobre la verdad, realidad y deterioro integral en la familia. Y no actuar con recetas y eslogan idealistas, ideologizados y triunfalistas. 

La ruta que el papa Francisco a puesto es de gran aporte a las familias en general; este propone un modelo de iglesia participativa, sencilla y abierta; que es todo lo contrario, al modelo que tradicionalmente se ha tenido: basado en un poder vertical, intimidador e impositivo, que produce pasividad y una actitud de miedo colectivo. En la encíclica “la Alegría del Amor”, el hace unos planteamientos pastorales que retoma la realidad de las parejas y familias en los contextos latinoamericanos, o de un mundo que está en constante cambio de sus modelos prácticos. Es una propuesta que busca más soluciones y apertura a nuevos caminos, que cerrar puertas y quedarse en una postura elitista centralizada en el poder jerárquico y clerical. Es una propuesta que retoma el sentir humano, y lo recrea desde la propuesta del Dios que camina con su pueblo, en su historia y lo libera mientras camina.

Recrear el modelo de familia es un reto, retomar el camino cristiano de las familias es algo vital y necesario hoy en día; que las familias se centren más en Jesús y su evangelio, que en doctrinas, tradiciones o se encierren en su grupo eclesial, es una desafío permanente para ser una familia, iglesia doméstica y comunidad de amor en la realidad de Honduras.

“Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre” (Mt 12,50).

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