Conferencia de Religiosos de Guatemala, sobre la Puya




COMUNICADO DE CONFREGUA


La Conferencia Nacional de Religiosos de Guatemala (CONFREGUA), desea expresar su juicio sobre la situación y los hechos acaecidos en la Resistencia Pacífica de La Puya, entre los municipios de San José del Golfo y San Pedro Ayampuc.

Nos mueve a hacer público este pronunciamiento nuestra fe cristiana y el seguimiento de Jesús, con los cuales estamos comprometidos.

1. Somos testigos y testigas desde el comienzo de esta Resistencia Pacífica, de la historia y motivaciones que la animan. En los múltiples encuentros con la población, hemos podido constatar su actitud humana y constructiva. Han aguantado desvelos, lluvias, frío, contratiempos y amenazas, lo cual comprueba y garantiza la causa justa y la verdad que defienden.

2. Rechazamos la información sesgada e interesada que se ha dado de los acontecimientos del 23 de mayo. Por ejemplo, criminalizar como agresores a la población pacífica, cuyas únicas armas eran el canto, los rezos y las estampitas de la Virgen y Jesús, que animan su justa causa. Además, nos parece inhumana e irrespetuosa la agresión violenta, brutal y desproporcionada, ejercida por las fuerzas especiales de seguridad. En el operativo, intencionalmente, no protegieron ni siquiera a las mujeres que forman parte de las fuerzas de seguridad, para considerarlas víctimas de la población. ¿Cómo no conmoverse ante unas personas indefensas y heridas por bombas lacrimógenas y de gas pimienta, lanzadas directamente contra sus cuerpos? Todo esto indica a quién protege el gobierno y los intereses que cuida.

3. Somos conscientes y conocedores de la causa que legitima el compromiso pacífico de la Población en Resistencia, que no es otra que la defensa de su territorio, la naturaleza, el medio ambiente, el agua y, en último término, la vida. La tierra es el útero de la humanidad del cual venimos, gracias al cual vivimos y, por consiguiente, debemos proteger. Apoyamos esa causa y demandamos un diálogo abierto sobre el tema de la minería a nivel nacional, en el cual participen todos los sectores de la sociedad, principalmente, aquellos cuya vida está más amenazada por estos proyectos idolátricos, sin un objetivo verdaderamente humano, cuya única meta es el capital. La primacía del ser humano y la naturaleza deben ser los principios que rijan las decisiones.

4. No nos oponemos al desarrollo del país, al contrario, creemos que ante el abandono y exclusión de las mayorías, es una tarea apremiante e impostergable. Tal desarrollo no es viable depredando la naturaleza, privilegiando a los grupos económicos y político-militares y atropellando a la población afectada e indefensa. Son éstos los primeros a ser tomados en cuenta, ya que son los dueños históricos de esas tierras y conocen técnicamente las consecuencias que la minería conlleva: desertización, contaminación, envenenamiento de las aguas, enfermedades físicas y psicológicas. Sabemos, y la población lo conoce, que el 48% de las rocas en que se desarrolla el proyecto de La Puya, contienen arsénico y las aguas ya están contaminadas. Llevarlo adelante no reconociendo esta realidad, supone envenenar a la población de su alrededor. Lamentablemente, los planes del actual gobierno no toma en cuenta estos datos ni las justas demandas de quienes los defienden.

5. Nos sentimos animados y fortalecidos por el Evangelio. Jesucristo nunca toleró que se pisoteara el derecho de los más indefensos y de los niños. Curaba a los enfermos, daba de comer a los que tenían hambre, salía siempre en defensa de los más débiles y pequeños, se le revolvían las entrañas ante el dolor ajeno, denunciaba a quienes ponían cargas pesadas a los demás y en las bienaventuranzas nos ha dejado un programa de vida y de humanización. En éste marco hacemos nuestras las palabras del Papa Francisco: “Cada persona es digna de nuestra entrega. No por su aspecto físico, por sus capacidades, por su lenguaje, por su mentalidad o por las satisfacciones que nos brinde, sino porque es obra de Dios, criatura suya. Él la creó a su imagen, y refleja algo de su gloria. Todo ser humano es objeto de la ternura infinita del Señor, y Él mismo habita en su vida. Jesucristo dio su preciosa sangre en la cruz por esa persona. Más allá de toda apariencia, cada uno es inmensamente sagrado y merece nuestro cariño y nuestra entrega. Por ello, si logro ayudar a una sola persona a vivir mejor, eso ya justifica la entrega de mi vida” (Exhortación EG No. 274). Una conclusión que brota con espontaneidad de este texto es que si ayudar a una persona a vivir mejor justifica la vida, impedirlo, quita a la vida humana su sentido y su razón de existir.

6. Deseamos que nuestra reflexión sea conocida por todos los medios de comunicación y por las autoridades. También nos unimos y animamos a la defensa justa y humana de la Resistencia Pacífica de la Puya y de otros proyectos similares.

Guatemala C.A., 3 junio 2014





CONFREGUA

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