“Felices los que tienen hambre y sed de justicia





“Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados; felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” (Mt 5). 


Del 2010 para la fecha por lo menos 27 periodistas y comunicadores sociales fueron asesinados; unos 53 profesionales les quitaron la vida; unos 92 campesinos han muerto violentamente por el conflicto de tierras en el Aguan; más de 50 miembros del movimientos “lésbico-Gay” fueron asesinados (El Heraldo).

Hay una preocupación clara de los organismos, por la violación de los Derechos Humanos en Honduras: ante la cantidad de asesinatos y el poder absoluto de la Corte Suprema De Justicia. “La CIDH observa además con preocupación el alto grado de incumplimiento de las recomendaciones emitidas por la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR)” (El Heraldo, 18 de abril 2013).

Según el Fiscal Luis Rubi, la policía solo tiene capacidad para investigar 2 de cada 10 crímenes (El Heraldo). En un recorrido de ver las cifras de homicidios en los periodos de gobiernos anteriores, encontramos: Ricardo Maduro (2002-2005) 10,385; Manuel Zelaya (2006-2009, golpe de Estado) 16,018; Porfirio Lobo (2010-2013) 22,371 (El Heraldo); en este contexto es retirado del cargo Pompeyo Bonilla Ministro de Seguridad del actual gobierno (El Heraldo).

El asesinato (18 de abril) del fiscal Arturo Chávez, que fungió como jefe de la Unidad contra el Lavado de Activos, del Ministerio Publico, es otro golpe a la democracia, al proyecto ciudadano, cultural y humano de los hondureños.

Realmente es preocupante el rumbo que llevamos en esta sociedad hondureña. Lo peor, es cuando vemos una cierta aceptación cultural, religiosa y política de esta realidad de muerte; ¿por qué no reaccionamos la comunidad hondureña? ; ¿Por qué tanta indiferencia, ante esta situación agobiante?

Que las palabras de proféticas de Boff nos cuestionen y animen en estos tiempos, donde tenemos que ser una luz que ilumina a otros.

“El desamparo actual que se ha adueñado de un gran sector de la humanidad se deriva en parte de nuestra incapacidad de soñar y de proyectar utopías. No cualquier utopía, sino aquellas necesarias que pueden transformarse en topías, es decir, en algo que se realiza, aunque imperfectamente, en las condiciones de nuestra historia. En caso contrario, nuestro futuro común, el futuro de la vida y de la civilización, corren graves peligros.

Tenemos, por lo tanto, que intentar todo para no llegar demasiado tarde al verdadero camino que podrá salvarnos. Ese camino pasa por el cuidado, por la sostenibilidad, por la responsabilidad colectiva y por un sentido espiritual de la vida.” L. Boff


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