“El
Señor me reveló que dijésemos este saludo: El Señor te dé la Paz” (Test
23)
Este
saludo de Sn Francisco, y que él mismo pidió a los frailes que lo dijeran
mientras van por los caminos del mundo, es un saludo con mucho significado en
estos tiempos violentos y de muerte.
En
todo el camino bíblico del Antiguo Testamento, el desear la paz es desear el bien, es un acto espiritual y
profundamente humano del pueblo de Israel, lo hacía con el término “Shalom” (Is 9,5s; 48,18-19; 54,13; Mi
5,1-4Lv 26,6; Pr 12,20). Esta expresión puede comprenderse como: “paz entre los
pueblos y las naciones, paz entre las diversas culturas y religiones; una paz
que garantice una morada digna y segura, con lo necesario para comer y vestir,
el respeto y la dignidad de la persona, la armonía con la toda la creación, la
fidelidad en el corazón, y con el mismo Dios dador de vida” (INSTRUMENTOS DE
PAZ. Familia Franciscana. Roma. 2005).
Los
cristianos necesitamos recuperar el saludo y la vivencia de llevar Buenas Noticias, de ser mensajeros de PAZ Y
BIEN: con la humilde presencia de cada uno, con la sencillez de vida, con la
mirada y trato de hermano/a con todas las criaturas, no juzgando ni condenando,
con sensibilidad hacia el más necesitado.
Luchar
por la justicia y por la paz en estos tiempos de inequidad, barbarie y
corrupción necesita ser fortalecida por la oración silenciosa y humilde de un buscador
de sentido y soñador de nuevos tiempos de paz, verdad y justicia para todos y
todas, incluyendo la creación entera.
Oremos
como hermanos y hermanas de todos y de las criaturas:
Oh, Señor, hazme un instrumento
de Tu Paz.
Donde hay odio, que lleve yo el Amor.Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón. Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.
Donde haya duda, que lleve yo
la Fe.
Donde haya error, que lleve yo
la Verdad.
Donde haya desesperación, que lleve yo
la Alegría.
Donde haya tinieblas, que
lleve yo la Luz.
Donde haya duda, que lleve yo
la Fe.
Donde haya error, que lleve yo
la Verdad.
Donde haya desesperación, que lleve yo
la Alegría.
Donde haya desesperación, que lleve yo
la Alegría.
Donde haya tinieblas, que
lleve yo la Luz.
Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar; ser comprendido, sino comprender;ser amado, como amar.
Porque es:
Dando, que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la
Vida Eterna.
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