Las Ultimas palabras de Jesús



Palabras de Jesús que reflejan su sentir profundo y plenamente humano, y al mismo tiempo divino, por ser tan humanizador. Solo lo que humaniza hace posible la liberación y redención. Acerquémonos a esas palabras dichas y gritadas por Jesús, que dicen de su expresión más honda como humano, como Hijo de Dios, que no tuvo ningún privilegio y busco tener estamento religioso que lo separara de lo plenamente humano (Fil 2,3-11).

"Padre, perdónalos por qué no saben lo que hacen" (Lc 23,34), perdonar, es una de las propuestas por Jesús más radicales (Mt 5,22-26); el perdón lo oramos en el “padre nuestro” (Mt 6,5-15), lo planteo desde sus inicios como un aspecto fundamental para seguirle y estar en paz; se los planteo a los discípulos como parte del camino de la vida, ¿cuántas veces hay que perdonar-se uno mismo”, "setenta veces siete" lo mismo al hermano (Mt 18,21-22); pero lo más radical perdonar en la cruz; en la tribulación como dice San Francisco de Asis, Perdonar por amor, implica pasar por la puerta estrecha y abrazar la miseria del otro. 

"Te aseguro que hoy estarás conmigo en el reino de los cielos" (Lc 23,43), estaba dirigida al "buen ladrón", crucificado al lado de Jesús. La Iglesia, como decía el obispo Ramón Buxarrais, ha de ser aquel lugar donde la gente que no tiene nada, se encuentre a gusto. Jesús, no juzga, solo ve la bondad en el humano que desde su miseria necesita ser amado y redimido, liberado y salvado. Solo el amor que acoge y abraza puede salvar. Solo el Amor, nos transforma para mirar de nuevo sin juicio y revelar nuestro ser, nuestros errores sin culpa como lo hizo el buen ladrón. 

"Mujer, aquí tienes a tu hijo" y la que dirigió a Juan, el discípulo amado: "Aquí tienes a tu madre" (Juan 19,26-27). Caminamos protegidos y confiados al lado de los corazones que son refugio para seguir el proyecto de Dios Abba, desde el inicio Jesús, nos soñó unidos para caminar con otros que nos empujen y nos levanten de las sillas cuando nuestros miedos nos impiden seguir. María, mujer ejemplo, que acompaño los pasos de Jesús y que le enseño sobre la ternura y de solidaridad con quienes nos necesitan. Jesús, nos dejó, una Madre, una amiga, una discípula, una mujer, que nos encamina hacia su hijo. 

"¿Dios mío, Dios mío, porqué me has abandonado?" (Mc 15,34 y Mt 27,46), el silencio de Dios: un grito que continúa resonando en nuestra realidad, con tantas víctimas inocentes que se experimentan y se sienten abandonadas de Dios; cuando la injusticia, impunidad y violencia es tan desgarradora que no se siente la presencia amorosa de nadie, y hasta se experimenta el abandono de Dios. Esta frase de Jesús se actualiza en los que desde el silencio, sin comprender la aparente "ausencia" de Dios, siguen confiando en un Padre que es Abbá y también en el otro, que siempre esconde en su interior un misterio de amor. Es el duelo de la ausencia, de esperar más de lo que nos dan, pero El Padre, tenía los cielos abiertos para abrazar a su hijo, y Jesús, buen hijo, aun sin comprender se decidió a amar, y se entregó hasta el último momento a la Palabra de su Abba, Papito.

"Tengo sed" (Juan 19,28), expresa el cansancio y el ahogo de Jesús a la cruz. La sed resalta una necesidad fundamental, una realidad humana; el agua para vivir. Tener sed es clamar por un deseo auténticamente humano. Pero también la sed de justicia, de pan y de libertad, de fraternidad y de equidad, son deseos profundos en la sociedad y en el pueblo que camina sediento de una transformación total de las realidades de injusticias e impunidad: “felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados” (MT 5,6).

"Todo se ha cumplido" (Juan 19,30), vemos a los que caen derrotados, a los que son asesinados, a los que han perdido la esperanza y la alegría de vivir. Esta frase de Jesús la encontramos en los que aprenden a amar, en aquellos que enraizados en el amor esperan incluso cuando la razón desespera. Las palabras de Jesús se reproducen en aquellos que con firmeza y valentía, se levantan (y ayudan a levantar) de los tropiezos con las piedras que forman parte de nuestro camino.

"Padre en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lc 23,46), expresa la confianza de Jesús en el Dios Abbá. Son palabras que se hacen realidad en los que viven con fidelidad y trabajan hasta la muerte para poner paz, para compartir el amor, para abrir caminos de esperanza, a pesar de tantas desesperanzas y tantas desesperaciones.

En las Siete Palabras de Jesús en la cruz, encontramos como una síntesis de su vida: la confianza en Dios, el perdón a los demás y la sed para comunicar el amor. En las Siete Palabras de Jesús reconocemos a aquellos que, con un corazón generoso, no olvidan el bien que reciben y no guardan rencor de ningún mal, y sanan la injusticia, no olvidándola sino siendo germen, semilla de vida y PAZ. 

Bienaventurados los pobres de corazón, porque el Reino de los Cielos les pertenece.

Bienaventurados los afligidos, porque serán consolados.

Bienaventurados los desposeídos, porque ellos heredarán la tierra.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque serán tratados con misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios.

Bienaventurados los pacíficos, porque ellos les llamaran hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por causa del bien, porque el Reino de los Cielos les pertenece.

Bienaventurados ustedes cuando los injurien, los persigan y los calumnien de cualquier modo por mi causa. Alégrense y estén contentos, porque su recompensa será grande en el Cielo: de la misma manera persiguieron a los profetas que os precedieron"(Mt 5,3-12).

Todos y cada uno de nosotros, hemos vivido experiencias de dolor, de engaños, y decepciones, al estilo de San Francisco, Alabarlo, alabarlo, siempre como Creador y Señor de nuestras historias; como la perfecta alegría: recibiendo todo por Amor, poniendo la otra mejilla solo si sabemos dar y mirar con Amor como Jesús; para dignificar la vida como siempre lo hizo Jesús, el hombre bienaventurado lleno de luz y amor.



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