Corrupcion y Nueva Corte Suprema de Justicia





Corrupcion y Nueva Corte Suprema de Justicia

La práctica de la corrupción puede ser toda una “mala educación” para un pueblo; eso nos puede pasar en Honduras, sino estamos atentos y despiertos para no aceptar los actos de corrupción en lo cotidiano, en las instituciones, y principalmente en los servidores públicos del Estado, líderes religiosos, políticos de los partidos, empresarios, y personas del gobierno de turno.

En la sociedad hondureña se percibe conocimiento y rechazo de las prácticas de corrupción en las distintas instancias del Estado. En estos días como ciudadanos, estamos atentos de la elección de los magistrados de la Corte de Justicia en el país. Algunas opiniones de encuestan nos dicen al respecto:

“En el sondeo de opinión pública –cuyos resultados el ERIC todavía oficialmente no ha hecho público-, destacamos la percepción que la población tiene sobre el proceso de elección de las autoridades del sistema de justicia.


Ocho de cada diez personas perciben que los magistrados, jueces y fiscales defienden los intereses de los ricos, poderosos y corruptos, mientras que apenas solo dos de cada diez personas en la encuesta dicen que las autoridades de justicia defienden intereses de toda la sociedad.

A la pregunta sobre el proceso seguido para la elección de los magistrados de la Corte Suprema de

Justicia, nueve de cada diez personas perciben que serán elegidos en un proceso manipulado por los políticos, mientras que menos de una de cada diez personas percibe que los magistrados de la nueva Corte serán elegidos en un proceso limpio y transparente” (ERIC, Radio Progreso).



El Papa Francisco, está iluminando sobre esta situación de la corrupción tan dramática y extendida, en especial en personajes que prestan un servicio a la sociedad por medio de diferentes instituciones. En la bula de la misericordia para este año, señala:

“La misma llamada llegue también a todas las personas promotoras o cómplices de corrupción. Esta llaga putrefacta de la sociedad es un grave pecado que grita hacia el cielo pues mina desde sus fundamentos la vida personal y social. La corrupción impide mirar el futuro con esperanza porque con su prepotencia y avidez destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres. Es un mal que se anida en gestos cotidianos para expandirse luego en escándalos públicos. La corrupción es una obstinación en el pecado, que pretende sustituir a Dios con la ilusión del dinero como forma de poder. Es una obra de las tinieblas, sostenida por la sospecha y la intriga. Corruptio optimi pessima, decía con razón san Gregorio Magno, para indicar que ninguno puede sentirse inmune de esta tentación” # 19 (Bula del jubileo de la misericordia, Papa Francisco. Abril 2015).

Por eso el papa, hace una invitación a cambiar de vida, a dejar la práctica de la corrupción; y optar por cuidar y proteger la vida de los humanos, y de toda la creación:



“¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón. Ante el mal cometido, incluso crímenes graves, es el momento de escuchar el llanto de todas las personas inocentes depredadas de los bienes, la dignidad, los afectos, la vida misma. Dios no se cansa de tender la mano. Está dispuesto a escuchar, y también yo lo estoy, al igual que mis hermanos obispos y sacerdotes. Basta solamente que acojáis la llamada a la conversión y os sometáis a la justicia mientras la Iglesia os ofrece misericordia” # 19.

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