LIBERTAD PARA LA MADRE TIERRA



LIBERTAD PARA LA MADRE TIERRA EN HONDURAS




El Fundamento Ético de la Declaración Universal de los Derechos Humanos nos ha enseñado que La Libertad es un Derecho y una condición inherente a la persona humana, que nace con nosotros y nos da la facultad para tomar nuestras propias decisiones (individual) y hacer todo aquello que no genere perjuicio a otro (social), sin ningún tipo de presión o coacción y en consecuencia nos obliga a ser responsables de nuestro actos y decisiones (moral). A partir de esta concepción La Libertad está estrechamente relacionada con los valores ideales de Igualdad, Justicia y Bien Común.

En Honduras, luego del golpe de Estado de Junio del 2009, La Libertad adquirió un significado concreto: “Era y es necesario luchar contra aquellos que flagrantemente dieron un zarpazo a la maltrecha democracia Hondureña e instalaron un régimen de represión y terror, caracterizado por la persecución física y de ideas, represión violenta y ejecuciones en nombre de la “defensa de la Libertad y la civilización occidental”, el mismo argumento burdo utilizado en la segunda mitad del siglo XX para tratar de frenar los procesos de transformación en América Latina.

La agudización de la crisis social, económica y financiera, junto al incremento de la corrupción, la podredumbre en el sistema de seguridad y justicia, el narcotráfico , la violencia delincuencial, pero también aquella otra violencia, dirigida desde las cúpulas del poder, que ha significado la muerte de activistas y defensores de Derechos Humanos, periodistas, abogados y más de un centenar de campesinos que luchan por La Libertad de gozar de su derecho a la tierra en el Bajo Aguan, se ha visto incrementada por políticas orientadas a considerar la Madre Tierra y los Bienes Naturales que la sustentan -a ella como un ser vivo y a nosotros como sus hijos e hijas-, como mercancías que se pueden entregar al mejor postor y que están dando paso a un tipo de Estado en el que las corporaciones empresariales (mineras, petroleras, hidroeléctricas, de agro combustibles y conglomerados para el procesamiento de materias primas, más conocidas como ciudades modelos o regiones especiales de desarrollo, para mencionar algunas.) Este nuevo tipo de Estado es el llamado Estado Corporativista.



Bajo esta concepción mercantilista, el Estado Nacional desaparece, quienes dictan las políticas y elaboran las leyes a su conveniencia son los grupos económicos que también se reparten y acaparan los territorios y los Bienes Naturales como feudos o botines que se entregan a sí mismos para extraer las entrañas y la sangre de la Madre Tierra (territorios, bosques, minerales, mares, ríos, biodiversidad) y amasar descomunales riquezas para sus corporaciones. Este saqueo y expoliación se realiza con la complicidad de políticos y gobiernos nacionales y extranjeros que se disfrazan bajo los discursos oficiales de que la inversión extranjera traerá “desarrollo”, “progreso” y “bienestar”, cuando en la realidad dejan a su paso una estela de miseria, destrucción, contaminación, enfermedades y muerte en poblaciones originarias y campesinas.



Las intenciones perversas de este Nuevo Colonialismo Corporativo tienen su corolario en la pretendida subyugación de la población. Para que este modelo funcione se requieren poblaciones sumidas en la miseria y en el terror y nada mejor que incrementar políticas represivas en materia social, regresivas en materia económica y descalificadoras en materia política e ideológica. De esta forma los defensores y defensoras de la Madre Tierra son ahora enemigos del Estado y enemigos del pueblo. Quienes critican, cuestionan y evidencian la entrega del territorio, la soberanía y la sumisión del Estado a los intereses del capital corporativo y de los gobiernos que patrocinan están empresas, son criminalizados y quienes denuncian a los grupos políticos que imponen por la fuerza estas medidas regresivas son los nuevos comunistas radicales, enemigos y traidores de la patria. Montado este escenario, la llegada del corporativismo se presenta como la salvación del Estado y de la población. La colonización y la esclavitud corporativa es el nuevo “Estado de Bienestar” pregonado.



En este escenario, quienes defendemos a la Madre Tierra y luchamos en contra de las corporaciones extractivistas, hemos comprendido, como señala Eduardo Galeano que “la militancia Ecológica no puede divorciarse de la lucha social”. La Lucha por la Libertad de la Madre Tierra, de sus hijos e hijas, es hoy una de las claves de la transformación social para la recuperación de la Soberanía Nacional y la Defensa de los Derechos Humanos.



La defensa de los ríos y las montañas productoras de vida y el rechazo a las corporaciones mineras, hidroeléctricas, petroleras, etc., es en el fondo una lucha política. Una lucha por reivindicar el Derecho del pueblo a decidir cómo quiere vivir y a recuperar el derecho a su autodeterminación en contraposición a la imposición de modelos extractivistas que condenan a las poblaciones al exilio, al desalojo o en el mejor de los casos a convertirse en mano de obra barata para la destrucción de los territorios que los han acogido y que los han sustentado con los Bienes que la Madre Tierra nos proporciona cuando mantenemos una relación de respeto, equilibrio y responsabilidad comunitaria e intergeneracional.

La lucha por la Libertad de la Madre Tierra, pasa también por desenmascarar las artimañas corporativas y estatales que como “mercenarios de la pobreza “buscan adormecer al pueblo. Es urgente asumir posturas proféticas de denuncia ante las graves violaciones a Derechos fundamentales que se derivan de los modelos extractivas que se amparan en marcos legislativos serviles al capital corporativo y que con un nuevo lenguaje de economías “verdes”, “sustentables” y “respetuosas de los Derechos Humanos”, generan, un entramado legal, que le garantice permanecer en la impunidad y por encima de la ley.



El saqueo indiscriminado del agua que pertenece a las comunidades, es en sí misma una grave violación al derecho a la vida de las personas. En el caso de la minería a cielo abierto una mina mediana puede consumir en una hora el agua que necesita una familia hondureña durante 20 años para satisfacer todas sus necesidades de agua para consumo humano, producción agrícola y ganadera, cuidados de salud, etc. Ante esta agresión es esencial asumir una postura coherente que manifieste que El agua y la vida, ¡No se Negocian!



La propuesta extractivista es una nueva expresión de la estrategia de “tierra arrasada”, entiéndase por esto la destrucción total de los ecosistemas, de los cuales nosotros los seres humanos somos parte, la destrucción total de los bosques, las tierras de cultivo, los hábitats de organismos vivos que hacen único e irrepetible cada ecosistema, la emigración de la fauna silvestre, la destrucción de la flora, la intoxicación del agua que es la sangre de la Pachamama y nuestra fuente de vida, así como también el desplazamiento y el desalojo forzoso de poblaciones enteras.

Frente a este legado de destrucción y muerte, las poblaciones han comprendido que la lucha por Liberar a la Madre Tierra de todas estas amenazas y agresiones, es una lucha que debemos librar todos los hombres y mujeres que tenemos algún compromiso con la vida. Lucha que, como ya vimos, no está exenta de riesgos para los luchadores y luchadoras ambientales.

Hoy más que nunca es urgente Denunciar la responsabilidad de las industrias extractivas en las violaciones a Derechos Humanos y en los atentados que sufren los defensores ambientales y líderes comunitarios. Pero también es necesario denunciar con toda la fuerza necesaria, la complicidad en estas violaciones de parte de los Estados cómplices que las promueven, fomentan e imponen, a pesar de que conocen, permiten y toleran las violaciones que cometen estás empresas a los largo y ancho del mundo



En definitiva, la lucha por la Libertad de la Madre Tierra es también la oportunidad para el reencuentro comunitario, para el reconocimiento de todos y cada uno como seres humanos, sujetos de derecho y constructores de la historia, para la rehabilitación de la solidaridad, para compartir utopías, para caminar juntos en la búsqueda y generación de alternativas para la transformación estructural de nuestras comunidades, nuestra sociedad y nuestro Estado. Es en definitiva una lucha por el presente y el futuro de nuestras familias y de la humanidad en su conjunto.







Pedro Landa

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