Se convoca a los hondureños a ser discípulos del Reino por el bien común

Honduras, atraviesa en estos momentos, una grave situación de vulnerabilidad, en lo que respecta a los derechos humanos; el fraude electoral con todo su proceso inconstitucional; en este escenario reciente, los corruptos, tienen una gran deuda con el pueblo hondureño, pues esa clase política, religiosa y económica tiene mucha responsabilidad.

Porque no se olvida, el golpe de estado del 2009, elaborado por los líderes del poder ejecutivo y ejecutado por el ejército militar, no se nos olvidan los migrantes que se convierten en refugiados y perseguidos, fallecidos en tierra extranjera; no se nos olvida, los jóvenes sin opción a una educación gratuita y de calidad, perseguidos por el ejército o las maras;  no se nos olvida, los ciudadanos, que han sido asesinados por no tener salud a su alcance; no se nos olvida, los más de 34 mártires de estas manifestaciones pacíficas; no se nos olvida, nuestra tierra vendida y explotada al mejor postor, en sus proyectos privatizadores extractivistas;  Por tanto, se atraviesa la más cruel e inhumana situación política del país, por todos los delitos de lesa humanidad que han acarreado, el despertar de un pueblo digno, diferenciado de este sistema, que alza su voz, a pesar de sus hermanos siguen cayendo a manos de los policías y traidores de la patria.

Somos un pueblo que no queremos violencia, deseamos manifestaciones que lleguen hasta las puertas de sus casas, para que despierten con el aroma de la indignación, con la sed de justicia, como constructores de paz.

Hace mucho que en Honduras, no existe seguridad ni garantía de los derechos, y, las fuerzas armadas una vez más, se empoderan de la razón, con palos, tanquetas y bombas lacrimógenas, ¿de nuevo se quiere callar la palabra y desaparecer la idea que transforma y toma carne? ; ¿hasta cuándo estaremos, sufriendo los delitos de los corruptos, que se atrincheran de forma involuntaria en el poder?

Jesucristo ha llamado a sus discípulos de forma voluntaria, cada uno de nosotros tenemos la libertad de ser sus seguidores, también es una nueva forma de sentir que el proyecto del Reino, es posible, con o sin nosotros, y, sin duda, que el haya bajado desde el cielo, para llamarnos, es una hermosa invitación a un gran banquete, en este sentido, quiero manifestar que ser elegidos, bajo la mirada del Dios viviente, nos convoca, a estar del lado de los pequeños, quienes sufren la injusticia de los poderosos, de los corruptos y déspotas de la ley.

Creemos en la semilla del Reino, esa semilla que crece con la misma fuerza del amor, la justicia y la paz:

"El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega" Mc 4,26.

Ser convocados, en tiempos de muerte, pobreza, y corrupción, nos reta y nos permite, ser custodios del bien común, somos pacíficos, pero no sumisos, ante el terrorismo, que se difunde en los medios de comunicación y por las fuerzas para militares.

En estos días, nos soprende un nuevo incremento de el impuesto. Son días, de unidad y oración, solicitamos la renuncia de quienes se imponen ante la justicia y el derecho, por medio de la violencia y la presión económica que han realizado en estos últimos días.