CARTA ABIERTA A TODOS LOS HOMBRES Y MUJERES DE BUENA VOLUNTAD DE HONDURAS
Nosotros hermanos y hermanas franciscanas que servimos en Comayagüela y Tegucigalpa; reunidos en este día que celebramos el “Perdón de Asís” y la fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles, queremos expresar nuestro pensar, sentir y creer ante la realidad hondureña, con una mirada franciscana de honestidad y bondad, con fe y esperanza, con ternura y justicia. Creemos que el Reino de Dios está presente en nuestra realidad (Mt 6,33-34).Creemos que el Espíritu de Jesús está presente en la historia de los pueblos, un Espíritu que busca liberar y sanar todo lo que está afectado y debilitado en cada viviente y territorio de nuestro país.
Expresamos nuestra preocupación por:
La violencia e inseguridad en los hogares, escuelas, instituciones gubernamentales, en las calles y barrios, y en la destrucción de la Madre tierra.
El deterioro de la calidad de vida, por causa de: el desempleo, alza de la canasta básica, insuficiente salario mínimo, baja calidad de la educación pública, deterioro y saqueo de las instituciones de salud pública; la promoción y consumismo de la comida “chatarra”, la migración a los Estados Unidos y Europa.
La falta de proyectos gubernamentales para viviendas dignas.
La corrupción de los políticos y de los servidores de las instituciones del Estado.
La indiferencia y falta de solidaridad de la población hondureña.
Queremos decir nuestra palabra y sentir desde la espiritualidad franciscana:
Ser conscientes y sensibles ante el deterioro de la calidad de vida y deshumanización de la sociedad, devolviendo la dignidad a cada hondureña/o.
Vivir al modo de Jesús, buscando ser evangelios vivientes, constructores de paz, de justicia y promotores del bien común.
Comprometernos en la opción preferencial por los pobres y pequeños del Reino.
Comprometernos por cuidar y defender la creación y esta casa común, que es la Madre Tierra.
Ser solidarios y acompañantes de un pueblo sufriente y esperanzador.
Oramos junto con todos los que están clamando al Dios de la vida.
Misericordioso, amoroso y buen Señor; oramos juntos con todos los que acuden a Ti, clamando por la vida, por nuestros hermanos más pequeños que pasan hambre y sed, que sufren por la violencia. Tu que escuchas al oprimido, al desempleado, al que le han violentado sus derechos, Tú que ves y acompañas el dolor y el sufrimiento de cada familia Hondureña, y del joven que pide justicia.
Señor, mueve el corazón de los que se han cerrado al amor fraterno, y que han olvidado que tu eres el bien, el todo bien y el sumo bien.
Abre nuestras manos y el corazón al cuidado de nuestra casa común, si así lo hacemos seremos bienaventurados y recibiremos de Ti desde ahora los frutos de la justicia y la paz. Te pedimos Padre, que en unión con tu hijo amado y la fuerza de tu espíritu sigas acompañando y fortaleciendo a tu pueblo. Amén.
2 de agosto 2015
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