“Bienaventurados los
pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos (Mt 5,3…); en este país según datos
conservadores y fríos, el 60% de hondureños viven en pobreza, sin tener
posibilidad de una vida digna. Pero estas mayorías tienen una gran esperanza y
luchan por vivir, son un testimonio de Buenas noticias. Son los que tienen
espíritu de pobre que caminan confiando en el Buen Dios.
“Bienaventurados los que
lloran, pues ellos serán consolados”; cuantas lágrimas en los hogares por el luto de la
violencia en este país, San Pedro Sula sigue considerándose una de las ciudades
más violentas; sin embargo, la gente sale con lágrimas y al mismo tiempo con
esperanza a buscar la vida.
“Bienaventurados los
desposeídos, pues ellos heredarán la tierra”; la inequidad del acaparamiento de la
tierra por parte de empresarios, que buscan agrandar los monocultivos,
desarrollar proyectos turísticos excluyentes y proyectos extractivitas ha
generado conflictos con las comunidades campesinas e indígenas, que va desde la
desapropiación, división, persecución y asesinatos de estas comunidades.
“Bienaventurados los que
tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados”; “El año 2015 trajo consigo una de las
mayores sorpresas del siglo XXI: la reacción ciudadana contra la impunidad y la
corrupción que se tradujo en miles de indignados e indignadas saliendo a las
calles, pidiendo la renuncia del presidente y una Comisión Internacional contra
la Impunidad similar a la de Guatemala. Sin embargo, Honduras no dejó de ser un
país violento este año, un país con altos índices de pobreza y desempleo, y
donde la clase política y empresarial se esfuerzan por mantener un sistema de
impunidad inamovible” (ERIC, Radio Progreso, diciembre).
“Bienaventurados los
misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia”; este año iniciamos en la Iglesia un
tiempo de accionar con misericordia, es decir, de actuar cargando con los más
necesitados y los que están tirados en el camino (Lc 10).
“En esta misma
perspectiva, con el Jubileo de la Misericordia, deseo invitar a la Iglesia a
rezar y trabajar para que todo cristiano pueda desarrollar un corazón humilde y
compasivo, capaz de anunciar y testimoniar la misericordia, de «perdonar y de
dar», de abrirse «a cuantos viven en las más contradictorias periferias
existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea», sin
caer «en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo
e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye” (papa Francisco, diciembre
2015).