De la euforia a los contenidos
Cuanto más habla Don Juan Orlando Hernández de sus éxitos y su tenaz compromiso contra la corrupción, más gente indignada se suma a las calles. En diez días de movilizaciones sostenidas y crecientes, el repudio a la corrupción oficial se va uniendo cada vez más a la demanda política de la renuncia del presidente. El gobierno apuró el informe de la Comisión multipartidaria, y sus resultados agudizaron la presión social. Ha propiciado marchas paralelas y los resultados han evidenciado la práctica corrupta manipuladora del régimen.
De las movilizaciones de antorchas, se ha de saber el paso y los pasos siguientes. El régimen pone su confianza en el cansancio de la gente, esperando que con el pasar de los días la población se agotará, las aguas volverán a sus cauces y entonces los cachurecos retomarán la contraofensiva en todos los frentes y con todos los recursos.
Desde esta Nuestra Palabra nos atrevemos a lanzar las siguientes sugerencias:
1- En cualquier situación hay que evitar caer en la provocación de la violencia. Las caminatas han sido un ejemplo eximio de civismo y no violencia activa. La fuerza de la protesta se ha hecho sentir en el repudio a la corrupción y al régimen y en la acción pacífica ciudadana. En esta actitud reside la autoridad de las protestas y en ella residirá la capacidad para seguir creciendo en sus demandas hasta lograr finalmente sus objetivos.